Ayer comenzaron las largas negociaciones con vistas al próximo presupuesto comunitario 2021-2027. Debido también a la salida del Reino Unido de la Unión, la situación sigue siendo delicada. El Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, aprovechó una conferencia aquí en Bruselas para esbozar los principios de la próxima propuesta comunitaria: entre otras cosas, dijo, se modernizarán las políticas en favor de la cohesión y la agricultura, pero no se reducirán "más allá de toda medida".
Los Veintisiete deberán cuadrar el círculo en los próximos meses. Por un lado, tendrán que lidiar con la salida de Gran Bretaña, prevista para marzo de 2019 (una pérdida de aportaciones por valor de 12.000-13.000 millones de euros); por otro, querrán revisar las prioridades financieras de la Unión, como explicó el propio Juncker. Son muchas cuestiones, porque la negociación pondrá de manifiesto las diferentes posiciones nacionales sobre el futuro de la integración europea.
"El presupuesto no es un ejercicio contable. Al contrario que en el pasado, nuestra tarea debe consistir en decidir primero nuestros objetivos y después el importe de las partidas presupuestarias -dijo el Presidente de la Comisión-. La globalización nos obliga a afrontar nuevos retos, diferentes de los dominantes en 2014″, cuando entró en vigor el presupuesto actual. A continuación, el ex primer ministro luxemburgués mencionó la seguridad, la defensa, la inmigración, el cambio climático y el empleo.
El presupuesto actual ronda el billón de euros. Refiriéndose a las dos partidas más costosas, agricultura y cohesión, el Presidente Juncker precisó que es urgente "simplificar, modernizar, flexibilizar el gasto", pero "reducirlas excesivamente no es una elección que haría yo mismo". Insistió en la necesidad de "seguir reduciendo las disparidades entre las regiones europeas" y de garantizar la "autarquía alimentaria" de la Unión, incluso en un futuro marcado por el cambio climático.
El objetivo es encontrar un acuerdo (por unanimidad) en el Consejo Europeo de mayo-junio de 2019, justo después del Brexit, previsto para marzo. "Ya hemos acumulado mucho retraso", advirtió el presidente del Ejecutivo de la UE, señalando que la próxima negociación debe permitir a Europa "mostrar a asiáticos y americanos que la Unión es capaz de responder a los retos del futuro", quizá también aumentando ligeramente el tamaño del presupuesto (hoy equivalente a unos 1% del PIB europeo).En este sentido, el comisario de Presupuesto, Günther Oettinger, ha confirmado que Bruselas propondrá compensar la falta de contribución británica mitad con recortes del gasto y mitad con un aumento de los recursos propios (IVA y derechos de aduana). Un grupo de trabajo dirigido por el ex Primer Ministro italiano Mario Monti ha propuesto nuevas fuentes de ingresos. A diferencia de su presidente, Oettinger habló explícitamente de "recortes impresionantes" en algunos programas.
También presente en la conferencia de ayer, en la que participaron representantes de 33 países, dado el interés que suscita el futuro presupuesto comunitario, el ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, explicó que el objetivo de Italia es preservar los puestos dedicados a la cohesión y la agricultura, al tiempo que se financian los bienes públicos europeos: "El hecho de que Italia pague la inmigración de todos no sólo en términos financieros, sino también en esfuerzo político, no puede seguir así".
La salida del presidente Juncker en materia de gasto agrícola tranquilizará a Francia, gran beneficiaria. Menos a Alemania. En la misma conferencia, el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Sigmar Gabriel, señaló cómo los gastos en agricultura y cohesión son "elevados" (equivalen a 73% del presupuesto 2014-2020). Al mismo tiempo, el político admitió que Berlín no es tanto un pagador neto, el Zahlmeister de la Unión como a los alemanes les gusta describir a Alemania, como "un beneficiario neto del presupuesto europeo".Artículo de "Il Sole 24 ore"